sábado, 1 de enero de 2011

NOCHEVIEJA

 Se van cerrando los círculos. Después de las uvas, he llevado a mi hija a una fiesta de Nochevieja. Iba radiante con un vestido turquesa con encajes negros (ella siempre tan austera en su vestir, tan sin llegar a ser gótica, digamos que un románico tardío...). Al bajarse del coche, me ha dado un beso rápido. Fuera la esperaban sus amigos de ahora, amigos que han pasado por casa con diferentes pintas: melenas lacias con flequillo sobre los ojos, uñas pintadas de color negro (ellos), ropajes extraños, actitudes como de querer ser mayor, pero con la torpeza que dan los modales recién adquiridos... Ahí estaban, con trajes oscuros, camisas blancas, corbatas negras... siguiendo el patrón de ropa establecido desde casi los años 50. Se les veía hasta guapos. Y en ellos, una sonrisa total y plena, una alegría de la primera fiesta de su primera nochevieja. Y mi memoria, que a veces es lenta y tartamuda, ha corrido veloz a mis primeras fiestas, a mis modales torpes de recién empezando a ser adulta, a mis trajes estrenados tapando la inseguridad de mis pocos años... Los he observado desde el coche, siendo consciente de que yo no existía para ellos y he sonreído con sabor a lágrimas dulces. Se cierran los círculos, he pensado. Ahora mi hija vive lo que yo viví hace unos años y en este fluir se van completando etapas. He vuelto contenta a casa, con la sensación de que todo marcha por buen camino, que no hay tanto abismo con mi hija y que todo es cuestión de desempolvar a la niña que llevo dentro, la que tuvo 18 años, la que se puso sus tacones una noche y se fue a bailar Gonna get along without you now en una nochevieja de los 80 (1.1.2011)

2 comentarios: